CELTMAN 2017. “Trimming Tails of Demons and Dragons”

25.06.2017 17:19

 

Han pasado menos de 12 horas tras la conquistar la cima de Gaustatoppen. Nos enfundamos la preciada black T-shirt del Norseman 2016, momento en que se me acerca Billy “The Spartan” (un griego que está más fuerte que el vinagre caducado) “Carlos, you are top 50, you should try the CELTMAN”. Le respondo  “Sure, every finish line is the beginning of a new race.. (Como reza en mi perfil..)

CELTMAN , considerado la respuesta británica al coloso Norseman, no parecía más que uno de los dos hermanos menores de la trilogía AllXtri (Norseman, Celtman, Swissman) y en todo caso se antojaba asequible a la vista de lo conseguido apenas horas antes. Pero precisamente lo que diferencia los Xtri del resto de IMs, es que todas llevan un monstruo oculto, un espíritu maligno y feroz que se despierta ante las más impredecibles carambolas meteorológicas. Una vez entras en su reducto te seducen con sus paisajes y te embaucan con su mitología para luego someterte, torturarte y desquiciarte. Si no eres capaz de mantener el pulso mental, te trituran entre sus fauces  y te engullen por completo.

Me apunto como es habitual al sorteo del CXtri. Aunque no deja de ser una lotería, tenía el convencimiento irracional de que me tocaría, aún me quedaban algunos pétalos en la flor que tengo en el culo, las utilizo y recibo un email…: CELTMAN! YOU ARE IN THE RACE..Congratulation!. Mis colegas Billy “el espartano” y mi amigo Chris “el australiano” también han entrado!. La suerte estaba echada, tras el Altriman y Norseman me enfrentaría a mi tercer Xtri, esta vez al nord-oeste de Escocia en las frias aguas del Loch Shieldaig cuyos tentaculos penetran en las entrañas de las escarpadas y abruptas Highlands, territorio historicamente inexpugnable habitado por los Pictios; humanoides salvajes y hostiles con cara tatuada y alma inquebrantable, ambas curtidas por los embates constantes de borrascas atlanticas y la convivencia con los miggies. Cuando no llueve, los diminutos miggies a manera de enjambre de pirañas voladoras te atacan, se meten hasta en la barba y el pelo y ruegas porque vuelva a llover. Los romanos primero y los ingleses después se negaron a conquistar Picsland (Highlands), contruyendo los primeros la Muralla de Adriano como frontera del mundo habitable, con un gran letrero en su lado norte que ponía: “allí os quedais salvajes..”

Con la ayuda de mi amigo y entrenador Santi Pellejero, comienzo la planificación de la temporada 2017, se me ocurre la brillante idea de aclimatarme a las gélidas condiciones del Celtman haciendo nada menos que el caluroso IM de Lanzarote 4 semanas antes. Me había propuesto como objetivo batirme en combate contra demonios de Timanfaya y monstruos Celtas en 28 días, con las mismas armas, pero en campos de batalla diametralmente opuestos. Si bien, el desnivel de bici (2400m) y condiciones de fuerte viento eran similares en ambas carreras, los 20 grados de diferencia de latitud y, sobre todo, de temperatura, me enmarcaban en un autentico yin-yang de sensaciones, una apuesta térmica bipolar arriesgada, un gran reto de recuperación física y mental  que mi cerebro debía aceptar y asimilar. Chungo pero no imposible, pensaba. El IM Lanzarote sería la meta volante (yin) y el CXtri sería el gran objetivo de la temporada (yang).

Caída tonta corriendo y fractura de cabeza de radio en octubre, en tres semanas ya comienzo a nadar y en 5 a salir en bici. Me queda una cicatriz ósea que chirria cada vez que nado más de 1000m por debajo de 14 grados o si llevo mucho tiempo apoyado en el manillar de la bici, aunque acoplado voy perfecto. Me aplico el mismo ritual hipotérmico del Nxtri: duchas frías diarias, poca ropa y salidas solitarias de natación en invierno. Pero esto no sería suficiente ya que en el Cxtri te espera la natación más fría en distancia IM del planeta: 10 grados. Así que ocasionalmente me daba un “caprichillo”, llenaba la bañera con 4 bolsas de hielo y 5 de dedos de agua y me hacia un mojito de mi mismo ( sin limón que escuece), y no salía hasta que se me durmieran ambos meñiques, me dolieran demasiado las orejas o el codo…o tuviera pipi..

En febrero nos embarcamos en el exigente y no por ello menos cachondo Stage de Lanzarote con Santi, Bern, Joan, Sadurni, Sergi, “The platja d´Aro boys”, los chicos VO2 y media tropa triatletica que invadía una de las alas del Sand Beach. Cinco días de entrenos durillos con viento en la carretera y rampas en la piscina, aliñados con risas, comilonas y migdiades. A la vuelta, incremento progresivo de volumen, intensidad y sobre todo de fuerza. Con mi amigo “Bond…Bern Bond” (ambos somos miembros eméritos del Club Independiente St Pol, con sede en Islas Caimán) nos confabulamos para infringirnos unos entrenos de bike tan cañeros como glamurosos, con gel de marca, flapjack bio y paradiña obligada para el café, riéndonos de todo y de todos durante las innumerables salidas al Montseny, Sant Feliu, St Coloma, etc seguidos a menudo de transiciones de run a la caloreta. Por las mañanas sesiones de café-swim-café de St Pol- Rocagrossa-St Pol (2600-3000m) con incrementos de ritmo y pulsaciones.. y disminución de horas de sueño. Así, llegamos a finales mayo fuertes y confiados (y como accionistas de Nespresso) para enfrentarnos al yin de la temporada, el IM de Lanzarote.

Aterrizamos a media noche en Lanzarote, nos está esperando el típico viento aliso de NNE que me recuerda que teníamos una deuda pendiente que saldar de nuestro último enfrentamiento en 2014.  Tres años y 10 IMs después volvía a competir en “la isla del viento” con ganas de tomarme la revancha. Bern, Joan, Marc, Jordi, Albert “El que parla amb les pomes” y yo nos habíamos conjurado bajo el espíritu del “Blue Marlyn” (Un bar de mierda de playa del Carmen) de que rascaríamos algo grande de este IM tan especial.

Me coloco con Bern en la línea de salida, el viento no soplaba tanto y lo hacía del NNW, algo muy inusual en la isla. No era bueno, en ausencia de los alisos LZT se convierte en un desierto sahariano. Nos colocamos delante y a la derecha de la salida para evitar el tradicional vendaval de hostias, buscamos con la mirada a Mariona y Kiki y … booooohh!, salida limpia a buen ritmo describiendo una parábola a la primera boya, deslizándome sobre el mar azul intenso propio de LZT ante la mirada atónita de bancos de peces que disfrutan con el espectáculo de la superficie. Primera vuelta: 31 min, 20 metros de salida australiana y splashhh… incremento el ritmo, pero antes de la segunda boya de giro quedo atrapado por un infranqueable escuadrón de orcas (con gafas, gorro y chip), orzo mar adentro y supero la gran boya móvil de neoprenos, el último tramo me deslizo serpiginosamente como un cormorán tras su presa, salgo del agua: 1h 3 min. T1 rápida escabulléndome del monumental barullo de la carpa de la T1. Sprint hacia mi bici, escucho a Kiki y mi mirada se clava en su sonrisa. Chute de gel y me coloco los zapatos mientras Sam ya ruge como en un salida de moto GP, T1 04:24 genial!.. de momento el guión se cumplía a rajatabla.

 Sam, pletórica me catapulta rápidamente hasta Yaiza (km 25), sopla una brisa del NNW, sospecho que se trata de una trampa y contengo el ritmo. Vuelo hacia el Golfo con viento a favor a más de 55km/h. Comienza la subida de Timanfaya, el viento viene de través por babor y no de cara como es habitual. El Demonio de Timanfaya parece haber perdido algunos dientes y sopla de costado, lo que me permite subir a ritmo con plato grande. En Tinajo, cabreado por mi chulería, enciende el ventilador y salimos como flechas hacia La Santa con fuerte viento cruzado que Sam absorbe con facilidad. Llevo menos de 3 horas y ya estoy en los arenales de Famara, estoy enchufadisimo, pero sé que estoy a punto de entrar en la parte más crítica del segmento bike, así que me dejo seducir por la cálida brisa marina de empopada que me porta a la rotonda de Teguise. Me bajo del autobús eólico y giro la cara para recibir el primer “gancho en la mandibula” de viento frontal que finalmente resultó ser más bien una colleja. Plato pequeño y subo acoplado hasta Los Valles, de allí planteo el asalto al Mirador de Haría, cuyos molinos giraban hacia un inusual SSE. En pocas palabras, el viento soplaba del revés!!..Estaba claro que la rolada antihoraria se trataba solo de un señuelo, polvos de talco que arrebozaban nuestras piernas en la subida a Miradores para luego freírlas en aceite muy caliente (en plan KFC) cuando rodásemos en el km 150. Llego al Mirador del Rio (Km 123) en 4h05 min, me enfundo el kimono kamikaze y me precipito dirección Tahiche durante 11 km para matarse!!.. Eolo y sus demonios se escondía tras los Miradores y, lejos de mostrar signos de debilidad, aparecía con incursiones guerrilleras en forma de violentas rachas de viento cruzado sin apenas pausa ni sotavento.. y yo con perfil 80 delante!!. Sam recibía bofetadas continuas por estribor en un combate claramente desigual. De repente, un cálido aliento del sur-suroeste nos envuelve como una invisible y densa espuma en dirección contraria a nuestra trayectoria y ralentiza nuestro avance a la T2. La implacable y esquizoide rolada del viento escapaba a los poderes de los Demonios Canarios, sin duda era obra de los Druidas Celtas, cuyo hechizo había hecho girar la isla (como un barquito de papel en medio del Atlántico) 180 grados en sentido de las agujas del reloj y nos acercábamos peligrosamente a la costa africana en rumbo de colisión con el desierto del Sahara occidental, donde nos esperaba la más calurosa de las maratones.

Me bajo de la bici en 6h12 min, bajo un sol abrazador y con unas ganas locas de correr una maratón que me transportaría al cielo de kona, sin saber que en realidad estaba cruzando las puertas del mismísimo infierno. Empiezo a 4:45km/min con intención de bajar hasta un ritmo mantenido de 4:30 km/min a partir del Km 5. El aire caliente entraba torpemente por mis vías respiratorias generando un remolino de cenizas volcánicas en mi interior que era incapaz de expulsar. Mis intentos baldíos de incrementar el ritmo no hacían más que favorecer la erupción de una tos seca que agrietaba aún más mi cuarteada garganta. Decido mantener un ritmo cómodo de 4:50 en espera de que se inactive el Vesubio que llevo dentro. Me bebo todo lo bebible en los avituallamientos en un intento poco afortunado de sofocar el incendio interior. Km 10, alcanzo a Jordi, nos miramos y decimos al unisonó: “joder.. que calor”!!..en eso nos cruzamos con Sadurni que corría con la mirada perdida y con una expresión como quien volvía de entrevistarse con Lucifer. Dejo a Jordi y sigo con mis esfuerzos vanos de aumentar el ritmo. Estaba cabreadisimo!!.. No era el viento quien me estaba doblegando, eran los Demonios Canarios quienes me habían conducido al mismísimo infierno para humillarme en mi mejor faceta, el run.  Siento como los rayos solares se van clavando como arpones en mis antebrazos antes de girarlos, rostirlos y convertirme en su marioneta. Km 15, vuelta de giro en la laguna de Arrecife, veo a Joan concentrado y, como yo, rodeado de demonios. Empiezo a ser consciente de la cruda realidad: movida por Demonios y Druidas, la isla de LZT (conmigo en su interior) en su trayectoria giratoria hacia el este, se alejaba progresivamente de Hawai. Me cruzo con Bern: “Tio, estic tinxat!!” me dice, nos fundimos en un abrazo, los momentos que hemos compartidos durante estos meses de entrenamiento no se volatilizaran solo porque nos incineren en esta “barcacoa guayre”. Km 20, aparece por mi izquierda la silueta inconfundible de kiki en bicicleta “ Mare meva!..quina calor!!”…”estas bé?” me dice. Me conoce, ella sabía que no. “Ja está bé…recorda que el teu objectiu és el CELTMAN”. Tenía toda la razón, era hora de arriar velas, ya que cada intento de incrementar el ritmo se me facturaría con intereses en mi recuperación para medirme al Cxtri en solo 4 semanas. Mi decisión de bajar el ritmo exaspera a los demonios subiendo unos grados la temperatura del sol. Intento de inmediato contrarrestarlo con pensamientos balsámicos. Súbitamente, un gusano aparece en mi hemisferio cerebral izquierdo y lo carcome compulsivamente en forma de un bucle interminable: “DES-PA-CI-TO…” una melodía que retumba primero en mi cerebro y luego en mi boca ..” pasito a pasito suave suavecito…” y que acaba por convertirse en un elemento más de la tortura a la que estaba siendo sometido, los demonios, como no, descojonandose. Últimos 7 km, es hora de acabar, velocidad de crucero a 5 min/km calculo que así podre maquillar mi ego y bajar de las 4 horas en la maratón (el plan inicial era 4:20-4:30), tras un intercambio cómplice de miradas y sonrisas, me despido de kiki que me había ayudado a espantar demonios y fantasmas durante los últimos kms (con el puto DES-PA-CI-TO no había manera). Últimos 100 metros, me subo la cremallera del mono, estaba  a punto de acabar mi 12mo IM, cruzo la meta: 11h 26 min (14 de mi grupo de edad, a 17 min del slot) con la satisfacción de haber sabido competir, pero también de recular a tiempo para no ser calcinado por las lavas infernales que me impediría competir en el Cxtri. Mi deuda con el viento aún seguía pendiente, el partido de ida de esta eliminatoria a dos partidos había quedado en empate (por penalti injusto a mi favor), el próximo y definitivo partido se jugaría en las inexpugnables Highlands de Escocia contra Dioses y Druidas Celtas, el demonio ya lo llevo dentro de mí..

Cuatro días después de mi regreso de los infiernos reanudo mis entrenos de forma progresiva, que vendrían seguidos de 12 días entrenos intensos con poco volumen y luego descanso progresivo. Era la hora de convocar a mi support team. El support team es un elemento clave en todo Xtri. Es un trabajo a la sombra durísimo, bajo el más absoluto silencio mediático, y en esencia, es todo un despliegue de generosidad y cariño. El supporter  te regala un día de su vida, para que TU tengas la carrera perfecta. Más allá de encargarse de los aspectos logísticos de una carrera de autosuficiencia,  te insuflan de una gran estabilidad psíquica y emocional en momentos críticos sobre todo en el run de montaña, donde es obligado que te acompañen. Además, te da la oportunidad de compartir una aventura extrema en tiempo real, más allá de selfies y postureos. Por ello, no escatimé en hacerme con el mejor equipo posible. Kiki, mi compañera y amiga, me conoce “com si m’hagués parit”, me envuelve de serenidad, cariño  y confianza. Es una “cabreta de muntanya” con experiencia en Xtri, aún nos emocionamos reviviendo el Norseman 2016, donde se multiplico por 5 para sacar matrícula de honor en supporter. Albert, con quien podría dar 6 vueltas al mundo corriendo sin dejar de charrar, amigos a punta de birras y kilómetros, le pido que me haga de runner del Cxtri, y acepta ipso facto, y para completar un equipo de lujo, Jan un tío único y entrañable (“cor amb cor”) con experiencia en raids de montaña y una capacidad organizativa solo superada por su gran corazón.

Sabía que sería absolutamente necesario pasar por todo un purgatorio térmico para convencer a mi hipotálamo de que sería invierno en pleno mes de junio. En mayo había subido con Albert a Les Angles, donde pude nadar en el Lac Matemale a 8 grados, con guantes, casco y peucos de neopreno, aún así el dolor en la cara y sobre todo en los pezones y mi codo izquierdo no me permitieron nadar más de 1500 m. Tendría que nadar como un poseso para generar el calor que me ayude a esquivar la hipotermia en los 3400m a 10 grados que me esperaban en Loc Shieldaig. Las series de run en plano a < 3:45 se trasformaron en series de montaña con desniveles crecientes en compañía de Albert y las tiradas de bike en el Montseny en series de bike en el Montseny por encima de 1000m en solitario.

Dos briefings con mi support team me bastan para saber que todo saldrá a la perfección. Se respiraba una mezcla ilusión, compañerismo, nervios, determinación y compromiso que era realmente conmovedora. Solo faltaban unos días para el Cxtri y estaba contento, gracias a los consejos y dirección de Santi, no solo me había recuperado por completo en 3 semanas, sino que me sentía más fuerte e incluso más motivado que en el IM Lanzarote…..Gracias Santi!

Aterrizamos en Edimburgo el jueves por la mañana 2 días antes de la carrera, tras 5 horas de left-driving embutidos en un Opel Zafira manual con un embrague más caliente que palo de churrero (poca broma, a la vuelta nos gravaron para un capítulo de Mr. Bean) llegamos a Shieldaig. Un pueblo precioso en la rivera oriental de Loch Shieldaig, formado por una hilera de pintorescas casas multicolores cuyas fachadas se orientaban sumisas hacia una isla central que daba la bienvenida a las frías mareas atlánticas en su incursión en las Highlands. Nos hacinamos en el B&B de Emily y Tom (esperábamos dos habitaciones pero ..uppps!). Fueron supermajos y de gran ayuda, en especial Tom que sería cayaquista durante el swim. Viernes, montamos a Sam y nos dirigimos al Nanny´s swim para probar el agua y confraternizar con el resto de equipos. Temperatura dentro y fuera del agua 10 grados. Decido nadar sin guantes, tienes que mentalizarte de que los primeros 5-10 min costará adaptarse. Nado suave unos 500 metros, tras los primeros minutos dejan de doler las manos y la cara. Me quedo atónito observando las fascinantes medusas, que se desplazan con gráciles movimientos armónicos y con una elegancia que recuerdan a las bailarinas de ballet, sobre sus cabezas se trasparentan líneas espirales entrecruzadas a manera de tréboles de cuatro hojas. Salgo del agua comparto sensaciones con Chris, mi amigo y también neurólogo australiano con quien hice el IM de Port Mcquarie, Billy, Hassan y otros colgados como yo que conocí en el Norseman. El ambiente era sencillo y campechano pero muy autentico. Contaba las horas para que empiece la fiesta y sacarme por fin el demonio que llevaba dentro.

                  El Triskel es el símbolo sagrado celta (y del CELTMAN) que solo pueden llevar los druidas, representa el número mágico 3. Tres espirales unidas por el centro con una gran capacidad no solo sanadora sino también devastadora para los enemigos. Para esta ocasión, los druidas celtas, nos habían preparado todo un festín meteorológico con la participación estelar se las tres deidades más relevantes de su mitología, una para cada uno de los segmentos de este CELTMAN 2017: el frio, el viento y la lluvia. Así, en el briefing los organizadores nos desvelan la crónica de un temporal anunciado. Temperatura del agua 10,5ºC (con zonas de 8-9ºC), marea a las 05:00 moderadamente en contra, temperatura del aire 12ºC; lluvia todo el día: moderada x la mañana, intensa por la tarde; vientos fuertes del SSW 35 km/h con rachas entre 45-60 Km/h por la tarde. Es decir, que por la trayectoria de la bici, tendríamos viento a favor durante los primeros 40 km (plano-ondulado), viento de través del km 40 al 140 (toboganes y dos puertos largos) y viento en contra en los últimos 60 km, del km 140 al 202 (subida continua). Volvemos al B&B organizamos la logística de T1, T2 y avituallamientos, repasamos la estrategia y planes B, C y D. Todo estaba a punto, nos vamos a devorar un fish & ships al bar del pueblo. Me encuentro tranquilo, a Kiki, Jan y Albert se les ve tan concentrados y expectantes como yo, lo que me reconforta y me da la confianza de que mañana será un gran día. A las 21:00 nos metemos a la cama, el cansancio acumulado vence finalmente a la falta de melatonina del interminable día estival escocés, me relajo imaginando un baile de medusas en el limbo de mis ojos cerrados.

Ping, piri-ping, ping, piri-ping…02:45: zafarrancho de combate! Me levanto de un salto ante la inercia total de los que me rodean que yacen como los heridos que fingen ser cadáveres en un campo de batalla. Me pongo el mono y a desayunar, me enfundo el neopreno (que gracias a Emily estaba seco!) y los peucos de neopreno. Vuelvo a la habitación y el equipo ya estaba en marcha, cojo a Sam por el sillín, mi bolsa de transición y a las 03:15 nos dirigimos a la T1. Sopla viento del SSW que se refleja en la dirección del oleaje que barre de sur a norte la bahía. Parque de bicis muy sencillo, una sola línea de bicis y espacio por detrás para dejar tus cosas. Recojo mi chip y GPS,  colocamos a Sam en su número (129) y mi bolsa de T1..y empieza a llover, tras proteger la bolsa con un sofisticado sistema de una bolsa abierta y 4 piedras, nos dirigimos al lugar de la salida del autobús que nos llevará a la salida. Me despido de Albert, Jan y Kiki, me abrazo con cada uno y con los tres. Kiki sonríe pero su cara denota preocupación “Molta sort i disfruta”. Tres autobuses, cargados de 230 morcillas con gorro rosa, nos llevan en 30 min hasta la playa de salida a 3,5 km al oeste de Sheildaig. Durante el trayecto, a través de la ventana dibujo una línea imaginaria en el mar con la trazada de mi tan esperada natación. Tendría que salir a toda hostia y dirigirme primero a una pequeña isla a unos 500 m de la salida, rodearla por el norte, luego nadaría en dirección tal que la corriente me derive justo delante de la gran isla a 2 km al Este de la primera, y tras rodearla por el nordeste directo 1 km hacia la rampa de salida.

Bajamos del autobús y me dirijo hacia la orilla a través de un anfiteatro de antorchas, esquivando decenas de miradas de espanto que convergen en el gélido mar que yace falsamente calmo por el sotavento de la montaña que nos rodea. Encuentro a Chris perdido al final de un pasillo de antorchas, en medio de la multitud de aspavientos de calentamiento y resoplidos forzados. Nos abrazamos: “ Good luck mate!!”. Notas gaélicas de gaitas y tambores resuenan en el aire, inundan nuestros oídos y retumban en nuestro pecho, sincronizándose con nuestros ya acelerados latidos. Me posee una emoción inmensa, la mezcla de misticismo y brisa marina me envuelve y trasporta a tiempos pasados que nunca caducan. Un gigante haraposo con barba y kilt anuncia en gaélico el inicio del CELTMAN mientras enciende una hoguera en forma de Triskel. Nos colocamos todos delante del Triskel en llamas, alzamos los brazos y lanzamos al unísono un grito de guerra antes de dispersarnos en dirección a la orilla. Entramos unos cuantos al agua con mucha precaución como si pisáramos por primera vez un planeta desconocido. Me deslizo de forma controlada sobre una gran piedra cubierta por un verde manto del algas y sin pensármelo me lanzo al agua y empiezo a nadar. Las sensaciones son muy diferentes al día anterior, el agua está más fría y pienso que lo de dejarme los guantes no había sido una gran idea. Me dirijo hacia los dos cayaquistas que nos esperan a unos 150 m mar adentro, paro delante de ellos y floto con las manos fuera del agua, pero el batir de mi mandíbula me dice que no deje de nadar. Miro hacia la orilla la lenta entrada del rebaño de gorros rosa y pienso “ jjjoder… dddaros prisa”. Por lo menos faltaban varios minutos para la salida, así que empiezo a hacer sprints cortos de calentamiento, mientras noto como se despereza el demonio en mi interior. Estaba concentrado y decidido a salir a por todas. Me coloco delante, justo al lado del cayaquista de la izquierda. Finalmente todos colocados, un tenso silencio flota sobre un empedrado de gorros rosa entre los dos cayaquistas con sus palas levantadas, que se interrumpe por un espontaneo “What a fuck I´m doing hereee!!”. Los cayaquitas bajan sus palas y SALIDA! Empiezo a nadar a toda hostia, los primeros 500 metros eran cruciales para coger posición y temperatura, voy delante y dirijo mi proa a la enfilación entre la punta norte de primera isla y la mitad sur de la lejana segunda isla. Parte del grupo con el que voy parece no estar de acuerdo con mi trayectoria y se dejan caer seducidos por la corriente norte (les esperaría todo un slalom gigante hasta la T1). Progresivamente busco mi mejor SWOLF intentando hacer más eficiente cada brazada, cuando comienza el espectáculo subacuático… Decenas de medusas se entrecruzan delicada y pausadamente, configurando delante de mis ojos un firmamento azul turquesa salpicado por toda una  constelación de seres traslucidos, gelatinosos, curiosos, aparentemente interconectados que danzan en armonía. Me cautivan al punto que intento en varias ocasiones tocarlas con los dedos sin éxito. De repente, el demonio se despierta de mi hipnosis y me advierte no es más que un hechizo de los druidas y que espabile o quedaré congelado. Y tenia razón, levanto la cabeza y en el mundo de la superficie ya me encontraba pasando el norte de la primera isla. Desprotegidos del sotavento, el oleaje se hace importante con borreguillos que se aproximan amenazantes desde el sur. No notaba los dedos meñiques y los anulares empezaban a dar señales de aturdimiento, el termostato óseo de mi codo me indica que la temperatura estaba muy por debajo de los 10 grados. Este panorama nos acompañaría los próximos 2 km de natación, era la hora de apretar los dientes e incrementar sensiblemente el ritmo, mi demonio en plena faena y haciendo horas extras. El mar estaba muy picado entre las dos islas, llevo un buen rato a buen ritmo y respirando solo por la izquierda después de un par de bocanadas de agua fría al intentar respirar por el lado del oleaje.  Decido fijar mi rumbo a la punta sur de la isla para que la fuerte corriente me derive, como una hoja seca en un rio caudaloso, a la punta su punta norte, donde enfilaría una diagonal de 1km hasta la rampa de salida. Caigo milimétricamente en la punta norte, a gran distancia a sotavento un cardumen de gorros rosa se esfuerzan por remontar. Rodeo la punta Norte de la gran isla que descubre una imagen de postal de Sheildaig a un km, una gran multitud nos espera a lo largo de un pasillo de antorchas. Los druidas, cabreados por mi irreverente trazada, disponen una densa barrera de medusas para disuadirme de llegar a la T1, nado a través de ellas cogiéndolas de lleno en cada brazada: Suaves, gelatinosas, escurridizas, pero no pican…al final si que serían parte de un hechizo, una ilusión. Era hora de darlo todo, estaba pletórico!!, con la sensación de estar acabando la mejor natación de mi vida. Nado a tope, a ritmo de gaitas y tambores que me atraen como grandes maromas acústicas hacia la salida de T1. Salgo del agua: 54 min, posición 17 (subidón!!), me cogen dos voluntarios y casi de inmediato Jan se hace cargo de mi “ Brutal tio!!.. vas de conya”. Subimos corriendo la rampa flanqueados por antorchas y el retumbar de tambores mientras Jan me baja la cremallera del neorpreno; Kiki, Albert y Sam me esperan preparados. Kiki me seca la espalda mientras Albert me ayuda con el neopreno, Jan me pone los manguitos, mientras Albert coloca el  GPS en mi bolsillo, Kiki me pone el chaleco y Jan me ayuda con los zapatos de bici, Kiki con el cortavientos y Albert me pasa el casco y dorsal, cojo a Sam y salimos pitando de la T1 en 3min23!! adelantando muchos puestos gracias a un grandísimo equipo!! Cabalgo a Sam, ávida por devorarse los próximos 202km. Subo una rampa dispuesta en zigzag de 250 m, antes de girar a la izquierda hacia Torridon, diviso en el mar una alargada mancha rosa que aún nada desde la isla a la T1.

Me acoplo sobre Sam, cae una fina lluvia y el viento de cola me impulsa por los toboganes de la rugosa y ondulada carretera que dibuja los 10 km de la rivera que unen Sheildaig y Torridon. Mantengo con precisión suiza mi alimentación e hidratación. No veré a mi equipo hasta el km 45 y tengo que dosificar. Llego a Torridon, solo me han adelantado 3 obuses. Me concentro en mi ritmo, debo aprovechar esta “luna de miel” entre el desnivel y vientos favorables que solo durará hasta el km 60, donde se desatarán las hostilidades. Sigo por una estrecha carretera salpicada de peligrosos “cattle grid” en el asfalto que atraviesas a gran velocidad. A la izquierda de nuestro paso se eleva imponente y majestuoso Beinn Eighe , montaña-altar de las deidades celtas y que debemos escalar en el run. Llueve con mayor intensidad, voy acoplado y a una media de 43 km/h recorriendo el dorso de la serpiginosa y escamosa cola de dragón que se pliega hacia el Norte en Kilowedche (Km 30). El viento SSW me propulsa por popa o desestabiliza por el través con cada cambio de dirección de la rugosa y ahora ascendente carretera. Me encuentro enchufadisimo y muy concentrado, ensamblado a mi bici. Mi corazón sincronizado con cada pedalada y me cerebro gobernando cada gesto de Sam. Km 40, rachas de viento in crecendo nos van llegando por estribor que Sam absorbe ahora con dificultad. Los druidas congregados en un trance colectivo desde mi salida de la T1, parecen ahora conjurarse para despertar al gran dragón encadenado sobre el que estamos rodando, y paradójicamente, seríamos nosotros quienes lo liberaríamos con el paso de nuestras ruedas sobre él. Stattdale (km45). Me adelanta mi equipo “vinga Carlos força!”, 1 km después ondea una estelada sujetada por Albert, casi no reduzco velocidad y me surten con cocacola, gel, platano, fotos, risas, y comentarios cachondos. Adelanto a 2 y me adelantan 3. Llego a Gairloch (Km 60), punto crítico donde gira al Este la cola ya liberada del dragón, cuyo movimiento alimenta los vientos racheados de través durante las siguientes 3 crestas encadenados, como 3 subidas a Collsacreus pero con desniveles del 8%. La lluvia da una breve tregua, en la cima de la ultima cresta una fragancia mezcla de flores y salitre me transporta a  mi infancia y son la antesala de un sucesión de archipiélagos y acantilados que compiten por elevarse sobre un mar, encorsetadas por una fantasmagórica bruma marina. Todo un regalo para los ojos y el espíritu, no dejo de sonreír bajando a gran velocidad. Diviso a 100 m una gigantesca esponja beige que bloquea la calzada, me aproximo y …beeeeeee….., mis gritos obran el milagro y el mar de ovejas se abre por el medio para dejarnos un estrecho pasillo para pasar, salvo dos de ellas que me echan una carrera a 40 Km/h!!. Km 70, subo la cresta de Munngasdeal, el dragón se enfurece cada vez más, parece tener las patas traseras libres lo que se traduce en viento creciente y lluvia cruzados que nos zarandea sobre grandes baches y socavones en la carretera. Sam tirita continuamente cuando no da saltos o bandazos a sotavento. Subo gran parte de la cresta acoplado con plato pequeño, en la ultima parte del 14% Sam me pide que me ponga de pie. Tras la punta de la cresta una pendiente de descenso de 400 m de escamoso y resbaladizo asfalto preceden el “Alex Glagow corner” (seguro que en honor al primero que la palmo aquí) era el punto más peligroso de la cursa, una curva cerrada a la izquierda plagada de baches tras la que se escondía un socavón enorme ..” that may swallow you and your bike” en palabras de la organización. “Va, no será para tanto”.. me susurra el demonio en mi interior. Sam y yo nos precipitamos “down the road” ambos tiritamos, ella por los baches y yo de un frio que empieza a subir por los brazos, giramos a la izquierdo y dejamos por babor el cráter con los restos del tal Alex Glasgow. Estábamos cabalgando sin arneses por el lomo del dragón enfurecido que comenzaba a desplegar sus alas. Km 90, nuevamente la estelada me recuerda que tengo que comer, intercambio sobre la marcha bidones, sonrisas y gritos de ánimo. Albert corriendo en paralelo traducía mis peticiones contradictorias: “un platano…no mejor medio..un gel … y el resto del platano?” ya no los vería hasta el km 120. Sigo por 15 km de bajada kamikaze totalmente integrados en este mundo de tiritonas y bandazos a sotavento. Llegamos a lo que parece ser el cuello del dragón, un collar lleva inscrito su nombre (Dunndonell Km 107).. “así te llamas cabrón”!!. Larga súbida de 13 km que recuerda a la subida a Santa Fé del Montseny desde Campins. Subo con plato pequeño, canturreando.. “loking for the best, expecting the worse.. forever young” . Daniel, un Noruego del Norseman me alcanza “Carloooos!!”.. “Fucking wind…at least we are in 24th or 25th position” me dice mientras me adelanta . Noto un hormigueo en la boca del estomago, signo inequívoco de pájara inminente. Solo tengo medio plátano chafado y un dedo de iso. Doy cuenta de ello pero la sensación continua. Mi glucemia y mis ánimos en caída libre, aún quedaban 10 km de subida para encontrar a mi equipo. El cuello de Dunndonell parecía alargarse sin siquiera posibilidad de ver su cabeza. Un destello de esperanza me rescata de mi desanimo. “Anything to eat , please”? un supporter de otro equipo me da una barrita de chocolate e higos que devoro como un naufrago rescatado y entra como música celestial en mis entrañas. El pico de glucemia envalentona a mi demonio y subo a buen ritmo. Faltan 3 km, Dunndonell tiene tres cabezas que te lanzan cada una viento, frio y lluvia del SSE que debo ceñir acoplado a rabiar…. Durísimo!!. 3h:35 de carrera, voy acoplado y solo levanto los ojos para un vano rastreo horizontal de mi equipo. Km 120, intento deshacerme de los envites de triplete de fauces mientras hurgo visualmente en busca de una estelada en el mar de naciones de cada apeadero…nada. La sombra de la pájara vuelve a sobrevolarme . El inicio de la bajada coincide con la liberación completa de Dunndonell que ruge y bate enérgicamente sus alas, abofeteándonos con dureza, y alza su vuelo hacia la montaña de Beinn Eighe. Durante la  larga y rápida bajada, propulsada por el despegue de Dunndonell, busco a mi equipo tras cada curva, en cada apeadero. Km 135, cuatro barras y una estrella, mis pupilas y mi estomago se dilatan de alegría. Ligera confusión de Kms y millas por los lugareños al pedirles información. Me meto de todo en la boca en tiempo record, bidón de cocacola y me llevo todos los geles. Baterías al 100%, giro a la derecha y entro en una autovía donde vuelo a 52Km/h a pesar del viento a través,  aprieto los dientes mientras Sam le saca punta a la piñonera. Km 160, nuevo giro a la derecha, seguido de una fuerte rampa en el asfalto y en mi cuádriceps derecho, en el cambio de rasante ondea la estelada, por arte de telepatía Albert me pregunta: “Vols magnesi?”…Jan, con eficiencia germana, me trapichea de todo. Kiki “com vas? “Ens veiem al km 180”. En el horizonte un gigantesco cumulonimbo navega en franco rumbo de colisión hacia nosotros impulsado por el incesante batir de las alas de Dunndonell que ahora corona el templo de  Beinn Eighe, la lluvia ametralla sin piedad el visor de mi casco reduciendo aun más la escasa visibilidad. Rachas crecientes de viento y lluvia me abaten con brutalidad. Sam ya esta harta de dar continuamente la otra mejilla. Acoplado al máximo, la cabeza hundida entre mis antebrazos, plato pequeño y aún así veo pasar en cámara lenta los arboles desdibujados por el viento. Era como subir a Timanfaya durante 40 km!!. Me quedaba clavado con cada intento de subir el ritmo. Era momento de ser paciente y mantener la serenidad. El demonio hacia rato que desistía en salir. Estaba siendo, con diferencia, el segmento de bici más duro al que me había enfrentado. El CELTMAN, lejos de ser el hermano menor del Norseman, parecía más su primo de Zumosol. Los druidas estaban enfadados y Dunndonell enfurecido. Cuando piensas que en estas condiciones la bici es impracticable las rachas se intensifican aun más, así que mejor no pensarlo. La visibilidad es mínima y los druidas lanzan certeras gotas de lluvia que se clavan como alfileres en mis rodillas. Llego reptando como un caracol rodante a Achnasheen (Km180) Veo por última vez a mi equipo, preocupado en medio del vendaval, antes de que marchen a la T2. “Solo” faltan 22 km para la T2, en momentos como este emanan recuerdos y sensaciones que están hermeticamente plastificadas y ocultas en lo más profundo de tu interior, las evoco en su versión más positiva y me llenan de fuerza y determinación. Me adelantan dos en descarado drafting. El “roon roon” de las ruedas de Sam parece confundirse con el agitar de las alas del dragón . Me desespero, busco en vano el sotavento detrás de cada curva o aumentar el ángulo del viento en cada giro de la carretera, pero el  viento y el chorro de lluvia rolan en el sentido de la carretera como si Dunndonell estuviera siempre por delante nuestro. Km 190, y empiezo, absurdamente, a buscar desesperadamente la salida lateral de la T2. Muchos coches me adelanta y me saludan con una ducha horizontal por estribor. Tengo la piernas petadas por el esfuerzo de los últimos Kms y con el potipoti que estaba cayendo, el run se me antojaba una misión casi imposible. Un colapso monumental de coches bloquea en 200 m las salida a la T2, me filtro entre el caos de furgonetas, paraguas y gente cabreada. Un coche abre su puerta y esta a punto de hacerme caer. Entro a la T2 por una rampa de 50 metros en medio de un diluvio de lluvia y aplausos (202km: 7h 09m, posición 28). Me bajo aturdido, Kiki, Jan y Albert se abalanzan para ayudarme, me sientan como a un boxeador que vuelve a su esquina del ring tras un paliza. Escucho sus voces lejanas y ralentizadas. “ Traquil… descansa k tothom va petadissim” me dice Albert. Jan coge a Sam, Kiki me seca porque voy caladisimo, chaleco y cortavientos fuera, cambio de calcetines y bambas de montaña. Me pongo mi mochila camelback, Albert ya espera preparado con la suya. Paso revista interior: metabolicamente: tocado, muscularmente: cansado, emocionalmente: como un flan. Me despido de Kiki y Jan “ Gràcies!!...Us estimo!!” y salimos de la T2 (4m50s)

Tras caminar los primeros metros, comenzamos a correr en una enfangada subida continua de 5 km hasta Coulin Pass. Caía la del pulpo, caminamos durante los repechos de 10% y corremos el resto. La imagen familiar de correr con Albert me devolvía poco a poco a la realidad. Me marca el ritmo, se coloca delante a barlovento para protegerme del viento, que si necesito agua, geles, sales…El había conseguido en 4km hacerme casi olvidar de la pesadilla de la bici. El fango se hacia más espeso a medida que coronábamos Coulin Pass. Bajamos dando saltos la gigantesca duna de fango, sin temor a resbalar, disfrutando como dos niños que corren a por su merienda. Albert gravando con la go-pro, reímos mientras corremos a 4:45. Ya me había olvidado por completo de la bici, solo quería correr bajo la lluvia y el fango que nos cubria por encima de los tobillos. Km 7, giro hacia la izquierda antes de un puente, tras 1-2 km de subida que Albert guiaba con determinación, y… joder! nos topamos con una gran excavadora y el fin del camino. Preguntamos a un operario quien confirma nuestras sospechas, la hemos cagado. Volvemos corriendo de vuelta hacia el puente y retomamos el camino. Hemos perdido unos 10 minutos, que en estos momentos de la cursa no es poco, ya que debemos llegar al Km 17 antes de las 11 horas de carrera y asegurar la Blue T-shirt . Km 10, un check point de la organización: “For safety reasons, the top of Beinn Eighe is closed to all athletes” Los dioses celtas se habían confinado en su altar, Dunndonell guardaría su entrada, alejando a los intrusos con vientos de más de 80 km/h. Me invade un profunda frustración, habría imaginado tantas veces correr por el “rigde”, pero los druidas me lo impedirían. Ha sido como una historia de amor sin beso ni final feliz. Mantenemos ritmo hacia la T2A Km 17, el viento arrecia con fuerza, nos acercamos a las faldas del majestuoso Beinn Eighe amputado en su parte superior por un inmenso nubarrón que lo hace inmune a los invasores. Llegamos a la T2A 45 min antes del tiempo de corte. Tenemos la Blue T-shirt, pero la cima de Beinn Eighe seguirá siendo inexpugnable. Jan nos viene a recibir, Kiki ya esta preparada y calentando para unirse y acabar el resto de maratón de montaña. Cambiamos mi camelback por la mochila de montaña y entramos en la T2A donde tras un reconocimiento medico “Fast-track” revisan las mochilas (brújula, mapa, frontal, ropa impermeable, etc). Como alternativa a la escalada de Beinn Eighe, nos han preparado todo un “camino de cabras”. Escalamos 3 km bordeando Beinn Eighe por el oeste dejándonos a sotavento. La lluvia toma claramente el relevo al viento, corremos-caminamos entre lodazales en los que te hundes hasta las rodillas, saltando de piedra en piedra. Resbalo y me pego una buena hostia sin consecuencias. Albert y Kiki me marcan el ritmo, pero me cuesta seguirlos, estoy totalmente fuera de mi hábitat, me sentía como una jirafa moviéndose torpemente por un acantilado. Una Kiki sonriente disfrutaba como una rana encantada, saltando por los charcos y lodazales con naturalidad. Nos adelantan varios equipos entre ellos Billy “el espartano”, “Carloooos” me grita y nos abrazamos. Cruzamos un rio de 10 metros de ancho antes del check point de seguridad. Cada vez llovía con mayor intensidad y el frio entre por mi cabeza y empieza a apoderarse de mi, Albert me deja su gorro. Debo apretar el ritmo cuanto antes, tarea difícil entre barrancos y bancos de fango. Una mística niebla flota sobre pequeños lagos que estamos obligados a sortear. Faltan unos 8 km para la meta en Torridon. El terreno es menos pedregoso y toca apretar a fondo, corremos a buen ritmo los tres, a lo lejos viene a nuestro encuentro un punto amarillo fosforescente, se acerca y es: Jan con la equitación del Team!!..Nos abrazamos, estábamos a punto de conseguirlo y entraríamos a meta juntos. 3 km de meta, la tierra se trasforma en asfalto. Apretamos el ritmo, a 1 km para la meta tenemos a la vista otro equipo que decidimos no adelantar y no empañarles la fiesta de la su llegada. 500 metros, siento la nostalgia del final de los grades viajes. Un viaje donde he puesto al limite mi mente y mis emociones, más que mi cuerpo. Donde he recordado que no hay rival asequible ni reto inalcanzable. Un viaje en el que he vuelto a ser niño, frágil y vulnerable y he necesitado de protección y cariño. Una aventura donde me he dejado llevar por mis pasiones imperfectas, donde he recibido lecciones magistrales de amor, amistad y compañerismo. Desplegamos la estelada y una gran sonrisa y entramos a meta: 13 h 32m, Blue T-shit posición 50. Albert, Jan Kiki..GRACIAS!!

El CELTMAN hay sido una experiencia intensa, un baño de emociones y sensaciones que aun intento asimilar. Una visita inesperada a zonas de mi alma que mi yo intentaba ocultar. Siento como si una parte de mi espíritu y mi corazón, diluidos por la lluvia y dispersados por el viento, quedarán para siempre enterrados en las tierras de Escocia.

Carlos

PD: Dicen que anda perdido el espíritu del oso grizzli en los alrededores de Seward (Alaska), con suerte el próximo año le haré una visita.

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Beyond the limits. Carlos Molina cmolina@vhebron.net